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Aromas y olores (Parte 1 de 3)

Claro que tenía que suceder en el momento más inadecuado, en el lugar menos indicado y en la instancia más desfavorecedora para mí.

Dhalis estaba a mitad de la clase. Había olvidado completamente lo incómodo que se sentía, ser consciente que de repente todo ardía en mi interior y necesitaba retorcerme para deshacerme de la comprometida sensación. Dhalis me echó un vistazo y frunció el ceño cuando me encontró con las manos aferradas al filo del escritorio, mis ojos nublados y desenfocados. Los estudiantes de la primera hilera de asientos alzaron la mirada de sus apuntes, al menos la mayoría, y lo que restaba de la clase también comenzó a hacer lo mismo, y comprendí que ellos también podían sentirlo, podían olerlo.

Crucé mis piernas por debajo del escritorio y ahogué un gemido cuando el roce fue demasiado pero no suficiente. Se escucharon claramente los leves gruñidos por lo bajo en toda la clase, y cada vez era peor para mí. Dhalis se aclaró la garganta, pidió que nadie se moviera y se giró hacia mí. Me cuestionó con una sola mirada y yo asentí con la cabeza. El profesor un suspiro y me señaló la salida de la sala con un movimiento de su cabeza.

Me mordí los labios y me coloqué de pie, caminando fuera de la clase con las piernas temblorosas, como dos gelatinas. Agradecí que el corredor estuviese prácticamente vacío, porque no me sentía capaz de negarme a nada si llegaba a cruzarme con alguien, ni hablar de si ese alguien se trataba de un Alfa. No era la primera vez que mi profesor beta, Dhalis, presenciaba uno de mis celos, pero esta vez había sido el colmo que fuese en una de sus clases.

Saqué mi móvil del bolsillo trasero de mis pantalones mientras seguía mi rumbo, sin saber a dónde ir, mis sentidos volviéndose cada vez más borrosos, sólo mi necesidad de aparearme sobresaliendo por encima de todos ellos. Dejé escapar un suspiro y abrí el cuadro de texto que más a mano tenía siempre, era para los casos de emergencia, lo que significaba que era para mis celos. Escribí el mensaje con dedos temblorosos.

De: Levi, 14:23. S.O.S.

Guardé el móvil, lo cual fue una tontería porque la respuesta llegó pocos segundos después, como siempre sucedía. Abrí el mensaje sin siquiera tener que ver de quién se trataba.

De: Farlan, 14:24. Estoy ocupado ahora, exámenes finales. Llama a Erwin. Y cuídate.

Solté un chillido. Me mordí el labio y cerré el cuadro de texto de Farlan, abriendo automáticamente el segundo de la lista de mensajes recientes. Mis manos no dejaban de temblar y el móvil estuvo a punto de resbalarse de entre las mismas. Joder.

De: Levi, 14:26. S.O.S. al extremo. Farlan no está disponible.

Esta vez no guardé el móvil. Seguí mi camino por el corredor despoblado. Se podía escuchar a los demás profesores en las clases, y lo agradecía, no quería que nadie me prestara atención. En realidad, sí. Necesitaba que alguien me prestara atención. Mucha atención. Necesitaba la completa atención de un Alfa. Estaba desesperado y a punto de perder la cabeza.

Mi móvil vibró en mi mano. Empujé la puerta que dirigía a las escaleras y abrí el mensaje al mismo tiempo que bajaba los escalones casi corriendo.

De: Erwin, 14:28. No puedo ahora. Pide asistencia o encárgate de ello. Está bien, Levi.

Lo odiaba. Odiaba que fuese tan comprensivo conmigo cuando estaba desesperado por algo que él no podía darme. Era el mejor novio que podía llegar a tener, pero la naturaleza era una cabrona que lo había hecho Beta y a mí un Omega completamente desesperado por la polla de un Alfa.

Llegué a la planta baja del edificio principal de estudiantes Alfa. El campus no estaba del todo desierto; divisé a un grupo de alumnos en el césped y otro más cerca de las mesas dispuestas fuera de la cafetería. El grupo más cercano, el del césped, alzó la mirada cuando estuve fuera de la torre, al menos los dos muchachos, los cuales eran Alfas. Pude olerlos desde mi posición y ellos a mí, y me pareció irresistible la idea de arrojarme sobre uno de ellos, o sobre ambos, cualquiera que estuviese dispuesto a follarse a un Omega desesperado.

“No”, me dije a mí mismo con los dientes apretados. “Solamente tienes permitido acostarte con un Alfa y sólo cuando es estrictamente necesario. Erwin no se merece que le entregues tu cuerpo a nadie más que no sea Farlan, lo sabes, Levi Ackerman. Lo sabes muy bien”.

Crucé el campus sin siquiera alzar la mirada del suelo, escuchando los gruñidos de los estudiantes Alfa que estaban por allí. Intenté no respirar durante todo el tramo hasta el edificio de estudiantes Beta, empujando pesadamente la puerta de emergencia de la torre, subiendo las escaleras con rapidez. Al menos en esta zona de la universidad no tenía que reprimirme demasiado, podría sacudirme y retorcerme todo lo que quisiera, incluso aliviar mi celo por mi cuenta (lo cual jamás era efectivo, pero valía seguir encontrando métodos, gracias por preguntar), ya que nadie vendría a reclamarme que separara las piernas para ellos.

Alcancé el corredor principal y corrí rápidamente hacia el cuarto de baño, donde sabía que podría estar seguro hasta que Erwin o Farlan pudiesen echarme una mano. Farlan para follarme, Erwin para ofrecerme los supresores de celo. Estaba seguro que esa mañana había utilizado los supresores de aromas, así que ya comprendí por qué nadie se había arrojado sobre mí aún. Aún. No eran cien por ciento efectivos y había Alfas que de todos modos podían olerme.

Empujé la puerta y le coloqué rápidamente el pestillo, dejándome caer contra la misma. Sentí una oleada de calor repentina, la cual no había sido producto de mi celo. Tragué saliva y comencé a separar mis párpados lentamente cuando estuve en la seguridad del servicio de Betas. Escuché que alguien se aclaraba la garganta desde el otro extremo de la habitación. Cuando finalmente abrí por completo los ojos, sentí que podría correrme sin siquiera ponerme una mano encima.

Contra la pared más alejada de la puerta, exactamente debajo de la pequeña ventana de la ventilación, se encontraba un tipo. Un Alfa. Podía olerlo desde mi posición. Tenía el cabello castaño y largo, cubriéndole gran parte del rostro, y una de sus comisuras sostenía un cigarrillo a medio terminar. No sabía si era un alumno o un profesor. Lo único que sabía es que era un Alfa y que estaría completamente dispuesto a separar mis piernas para él. Se me escapó un gemido ahogado.

—Oh —soltó alzando las cejas. Se alejó de la pared mientras le dedicaba una profunda calada al cigarrillo. Exhaló el espeso humo lentamente cuando alcanzó mi posición, extendiendo la mano que lo sostenía—. Puedes probarlo. Dicen que es bueno para apaciguar el aroma y calmar levemente el celo.

Él era un Alfa, un Alfa que lo tenía todo para tomarme justo allí y hacerme trizas. Pero él sólo me estaba ofreciendo su cigarrillo y ni siquiera se había inmutado al acercarse a mí. Él estaba siendo… ofensivamente respetuoso. Me sentía ligeramente alarmado y encendido.

Tomé el cigarrillo con dedos temblorosos, llevándomelo a los labios con rapidez. El aroma era fuerte y delicioso, el sabor exquisito. Inhalé una buena cantidad del suave humo y apreté los ojos, reteniéndolo todo en mi interior. Cuando separé los párpados segundos después, lo encontré mordiéndose el labio, pero a la misma distancia, no se había acercado a mí ni un milímetro. Estaba en el medio de uno de mis peores celos y él sólo estaba… allí.

—¿Es bueno? —preguntó alzando una ceja. Asentí débilmente con mi cabeza. Él sonrió y se pasó una mano por el cabello, haciendo a un lado la cascada castaña que había estado sobre su rostro hasta ese momento. Se lamió los labios. Deseé tener su cabeza entre mis piernas, sus hebras enredadas en mis dedos. Respiré profundamente y decidí que entretenerme con el cigarrillo era una muy buena idea—. ¿Tu novio Alfa no puede echarte una mano?

—Farlan no es mi novio —dije en un hilo de voz, porque realmente se me estaba haciendo difícil hablar. Él pareció tomado por sorpresa. Tragué saliva y me retorcí un poco contra la puerta cuando sentí otra oleada. Me mordí el labio—. Es mi mejor amigo. Yo, eh… ¿cómo…? ¿Cómo sabes que…? Joder…

—Hey, con calma —pidió con suavidad. Apreté los labios e intenté fulminarlo con mi mirada, pero seguro parecía que le estaba suplicando que hundiese su polla ya mismo en mí. Él chasqueó la lengua—. Los he visto juntos en la cafetería en algunas ocasiones. Y prácticamente puedo olerlo ahora mismo en ti. Respecto a lo otro… simplemente lo supuse, lo siento.

—Está bien —respondí en un hilo de voz. El cigarrillo se terminó. Solté un jadeo y apreté los puños—. Yo… Farlan me ayuda con mis celos, porque es un Alfa. Mi novio es un Beta, y él no puede traerme mis supresores, yo estaba… estaba huyendo y ahora… oh, joder…

Gemí una vez. Y luego otra más. Sólo en ese momento él pareció alarmado, porque sus instintos deberían estar golpeando muy fuerte para que actuara acorde a su naturaleza. Podría apiadarme de él, pero no estaba en posición de hacerlo con nadie deseando meter en mí lo que fuese para aliviar esta jodida sensación de necesidad.

—Demonios, lo siento, lo siento por… joder, diablos, lo mejor es que me largue —comenzó a decir. Se pasó una mano por el cabello—. Voy a dejarte a lo tuyo, lo siento por haberte hablado como si no la estuvieses pasando mal… hueles realmente bien, pero tengo que… esto no es asunto mío, voy a… mejor yo…

Tragué saliva cuando se movió para abrir la puerta. Mi mano viajó automáticamente hacia su muñeca, cerrando mis dedos firmemente alrededor de la misma. Entreabrí los labios y alcé la mirada, sintiendo como si hubiese bebido toda la mercadería de un bar entero. Su aroma era delicioso, abundante, y lo quería mezclándose con el mío.

Él pareció dudar, pero mi otra mano se movió hacia su sudadera, delineando su pecho suavemente con mis dedos por encima de la tela. Hice desaparecer la distancia entre nuestros cuerpos cuando tiré de la prenda y sentí sus manos subiendo por mi cintura, mis costados. Ya no había inseguridad en sus ojos, todo su instinto se había despertado. Ya no estaba reprimiendo a su Alfa. Y eso era lo que yo necesitaba ahora mismo.

Solté un gemido incluso antes de que él presionara su boca sobre la mía. Dirigí mis manos hacia su cabeza y hundí mis dedos en su cabello, respondiendo el beso con desesperación, apretándolo contra mí, buscando el contacto que tanto ansiaba. Pero lo empujé lejos de mí segundos después, robándole un gruñido que ignoré completamente cuando comencé a tironear del broche de su sudadera. Él me ayudó a acelerar el proceso, tomando la parte trasera del cuello de la prenda hasta deshacerse de ella, arrojándola sobre la encimera de los lavabos junto con la fina playera que llevaba debajo. Ni siquiera pude apreciar el tacto suave de su piel, porque sus manos estuvieron sobre mí al instante como si fuesen diez pares de ellas.

Presioné mi rostro en su cuello cuando tiró de mí hasta colocarme en sus caderas, así que rodeé rápidamente su cuerpo con mis piernas. Se movió pocos pasos hasta que sentí que me depositaba sobre el mármol junto a los lavabos. Se alejó de mí y comenzó a tirar de mi calzado, mientras que yo decidí deshacerme de mi playera. Se enderezó frente a mí y volvió a unir nuestros labios, jadeando sobre mi boca, sus manos viajando rápidamente hacia el comienzo de mis pantalones.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó contra mi mejilla cuando se separó de mis labios. Lo miré con los ojos nublados, desesperado por terminar con lo que habíamos empezado, sintiendo que cada vez chorreaba más y más. Pero él preguntaba, un Alfa me preguntaba si estaba seguro, lo cual era algo completamente inesperado.

—¿Estás bromeando? —pregunté jadeante. Él sonrió y luego se mordió el labio, inclinándose hacia mí para besarme suavemente los labios. Tomó mi inferior con sus dientes y tiró con cuidado al mismo tiempo que sentía que sus manos soltaban mis pantalones de un solo movimiento.

—Sólo estaba haciendo la prueba —respondió con una sonrisa. Me hice hacia atrás y me alcé en mis antebrazos cuando tomó la cinturilla de mis pantalones y tiró con fuerza de ellos. Noté que se deshizo de ellos junto con mi ropa interior cuando me dedicó una mirada atenta, sin perderse ningún detalle de mi cuerpo. Tuve la decencia de sonrojarme—. Dile gracias de mi parte a tu amigo Alfa.

—Farlan va a darme una paliza cuando lo sepa —dije en un gemido. Separé mis piernas y planté mis talones en el filo de la encimera. Él se movió hacia mí y creí que iba a besarme, pero acomodó las prendas que se había quitado para que mi cuerpo quedara sobre ellas y no sobre el mármol frío de la encimera. Alcé una ceja y sonreí de lado—. Bueno, jamás imaginé que encontraría un Alfa tan considerado.

—No me gusta aprovecharme de mi naturaleza para pasarme de listo —replicó con una sonrisa. Me mordí el labio cuando comenzó a soltar sus pantalones. Me retorcí cuando sentí que cada vez me lubricaba más rápido. Él se lamió los labios y noté su mano hundiéndose en el interior de sus bóxers. Soltó un gruñido—. A propósito, me gusta hacer sentir bien a mis Omegas por encima de cumplir el rol de mi naturaleza.

—E-eh, puedo notarlo —asentí con una ceja alzada. Él soltó una risita y negó con la cabeza. Solté un gemido y me contraje alrededor de la mismísima nada—. Sin embargo, sólo por hoy, podrías ser un buen Alfa. Porque necesito que lo seas.

—Oh, claro que sí —sonrió él.

Dejé escapar un gritito cuando me tomó del dorso de mis muslos y tiró de mí hasta que mi espalda baja estuvo en el filo de la encimera. Hizo que presionara mis piernas firmemente alrededor de sus caderas y se inclinó apenas hacia adelante para que mis tobillos se entrelazaran sobre la curva de su trasero. Me retorcí cuando sentí dos de sus dedos delineando mi entrada y segundos después los presionó hasta el fondo. Gemí y me apreté alrededor de sus dígitos, sintiendo que chorreaba hasta derramarme más allá de su mano.

—Espero que a tu novio Beta no le importe lo que estamos a punto de hacer —dijo interrumpiendo cada uno de mis pensamientos, aunque en lo único que estaba pensando era en lo bien que se sentiría tenerlo en mí y que se corriera hasta la última gota.

Quise responderle que mi novio no tenía que saber lo que estaba a punto de suceder, pero que él lo entendería aunque no le agradara, porque no había nadie que comprendiese mi naturaleza como lo hacía Erwin. Me tenía tanta confianza que me había permitido acostarme con Farlan cuando lo necesitara; mi mejor amigo era el único Alfa que tenía permitido tocarme íntimamente, así que dudaba mucho que a Erwin le agradara el hecho de saber que estaba a punto de follarme a un completo desconocido.

Allí se detuvo todo, porque sentí su polla presionándose con cuidado en mí. Sus manos me sostuvieron firmemente de mis caderas cuando la punta estuvo completamente en mi interior, y luego no necesitó hacer demasiado, porque fui yo quien presionó mis tobillos unidos contra su espalda baja para hacer que terminara de hundirse en mi cuerpo. Solté un gemido prolongado y sentí alivio. El calor era insoportable, pero sentía que cada vez se iba haciendo más mínimo.

—¿Estás bien? —escuché que preguntaba por encima del bombeo en mis oídos. Entreabrí mis labios y lo miré casi en éxtasis, sin poder pronunciar ni una sola palabra. Lo vi sonreír—. Estás bien ahora. Te tengo… te tengo.

—Sí, fóllame, por favor —asentí en un hilo de voz.

Me enderecé lentamente y él me sostuvo de mi espalda baja. Me mordí el labio frente a su boca entreabierta y expuse mi cuello ante él. Intentó reprimir un gruñido, pero su instinto fue más fuerte y su nariz se presionó rápidamente sobre mi piel, justo por encima del punto donde mi latido era insistente y desesperado, inhalando profundamente mi aroma. Reafirmé cada uno de mis agarres en su cuerpo y gemí junto a su oído cuando comenzó a embestirme, lento y pausado, haciéndome sentir cada tramo de sí mismo. Su polla se sentía como la mismísima gloria.

Era muy sencillo dejar de pensar cuando tenía a un Alfa en mí en uno de mis peores celos. Pero había una parte de mi cabeza que me exclamaba a gritos que todo esto había sido una mala idea. Porque hacía más de un mes había dejado de utilizar mis supresores anticonceptivos, ya que habíamos tomado la decisión de formar una familia con Erwin. Y ahora yo estaba follándome a un Alfa. El primero que lo hacía sin condón y en pleno ciclo de fertilidad. Las alarmas estaban resonando sin parar en mi cabeza, pero yo no quería escuchar. Sabía que tenía que hacerlo, pero no podía. No quería escuchar.

Rodeé el cuello de mi Alfa y presioné una de mis manos en su nuca, buscando sus labios con desesperación. Él no dejó de embestirme en ningún momento, llenándome por completo, deslizándose con total libertad en mí. Sus manos dejarían marcas en mis caderas y muslos, pero poco me importaba, porque yo estaba pendiente de una marca mucho más importante.

Me alejé de su boca y me mordí el labio inferior, volviendo a exponer mi cuello ante él. Enredé mis dedos en el cabello de la parte dorsal de su cabeza, sintiendo su nariz nuevamente sobre mi piel. Presioné las yemas de mis dedos en su cuero cabelludo y me removí para que entendiera el mensaje.

Pero él era un Alfa que no dejaba de sorprenderme.

—No voy a marcarte, deja de ser tan persuasivo —replicó con una sonrisa, alejándose de mi cuello. Me mordí el labio para reprimir el puchero que estuvo a punto de formarse y él delineó el mismo con uno de sus pulgares. Se lamió la boca y recorrió todo mi rostro con sus ojos brillantes—. Tu naturaleza no va a tomar las decisiones por ti, así que no voy a marcarte. Creo que anudarte será suficiente. Y espero que no hayas abandonado los supresores por ninguna casualidad.

Podría haberme quedado petrificado y decirle que, de hecho, sí había dejado mis supresores porque había tenido intenciones de cumplir mi rol como Omega, pero con mi novio y no con un completo desconocido en un servicio de Betas de la universidad donde trabajaba. Era gracioso y alarmante al mismo tiempo, porque lo deseaba y también quería detenerlo.

Pero la idea me parecía irresistible, porque sabía que nuestros cachorros serían hermosos, porque él era un Alfa perfecto y yo era un Omega bastante sano y fuerte, según las palabras de mi doctor de confianza. Desde que había comenzado a tener la idea de cargar con los posibles hijos de Erwin, el doctor me había dicho que estaba completamente listo, que era una edad dorada para intentarlo y conseguirlo.

Así que dejé que no me afectara. Quizás no sucediera nada, quizás, por ser mi primera vez aceptando el nudo de un Alfa, no fuese efectivo. Había pocas probabilidades, pero las había, y estaba decidido a aferrarme a eso.

—Estoy bien, lo necesito —susurré sobre sus labios. Él sonrió y se mordió el labio, deslizando sus pulgares por la línea de mi mandíbula. Me adelanté hacia él y uní nuestras bocas.

—Aunque tengo que admitirlo —interrumpió separándose de mí—. Nuestros niños serían increíbles. Pero supongo que esta no es la ocasión indicada.

Tragué saliva, pero negué con la cabeza. Él sonrió y luego rodeó mi espalda baja con una de sus manos, presionándome lo más posible contra su cuerpo. Sus embestidas comenzaban a ser toscas y erráticas, casi descuidadas, pero eso era prácticamente imposible de él. Rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí cuando comenzó a gruñir contra mi cuello.

Se detuvo secamente y lo sentí a la perfección. Hundí mis dedos en la carne de sus hombros y solté un gemido cuando se liberó en mi interior, ampliándose considerablemente, sintiendo su nudo deslizarse en mí, expandiéndose cada vez más. Lo sostuve con firmeza, presionando con fuerza mis piernas alrededor de su cuerpo. Gimió contra mi cuello cuando yo me retorcí y exploté entre nuestros cuerpos sin siquiera haber sido tocado. Presioné mis labios contra su cabello y solté un suspiro cuando la oleada finalmente pasó.

—Joder —masculló presionando su frente contra mi hombro.

Me sentí extraño, porque jamás había sentido un celo aliviarse tan rápido, ni siquiera con Farlan, y Farlan siempre sabía lo que estaba haciendo cuando se trataba de mí. Pero ahora sólo quedaba esperar a que el nudo terminara de formarse y su polla volviese a la normalidad para poder separarnos.

—¿Te encuentras bien? —preguntó enderezándose. Me robó un leve quejido al moverse, pero nada que no pudiese soportar. Asentí con la cabeza y él sonrió, deslizando sus dedos suavemente por una de mis mejillas—. ¿Te sientes mejor?

—Al menos ya no es insoportable —respondí con una sonrisa débil. Se mordió el labio y sentí su pulgar en mi barbilla; mis mejillas se enrojecieron. Me aclaré la garganta y bajé la mirada, lo cual no fue buena idea, así que rápidamente devolví mis ojos a los suyos—. Entonces, eh, ¿no crees que sea un buen momento para…saber del otro?

—Oh, buen punto —asintió él. Se encogió de hombros—. Soy Eren, para mis Omegas favoritos —no pude evitar soltar una risita y él escondió su sonrisa contra una de mis mejillas—. Soy parte del departamento de artes y la mayoría de mis compañeros son Omegas, pero siempre intento huir de mis dos amigos Alfas porque son personas horribles. Ellos son… como animales. No lo sé, me ofende que crean que su naturaleza los representa más que su humanidad. No estoy acostumbrado a Omegas sintiéndose cómodos en mi presencia, porque ya sabes, ningún Omega puede estar a salvo junto a un Alfa, pero yo no… ellos no… ugh. Odio esto.

—Está bien —dije suavemente, deslizando mi mano por su cabello alborotado y rebelde. Él se mordió el labio y suspiró ante la caricia—. Tengo muchos amigos Alfas, y sé cómo son, pero no podría juzgarlos nunca. Mi mejor amigo es un Alfa y lo aprecio demasiado, él siempre me echa una mano y dice que todos los días aprende algo nuevo conmigo y… eso es bueno. Es sano, al menos. Se sale de control cuando hay un celo de por medio, pero es nuestra naturaleza, lo entiendo, y él sabe muy bien cómo controlarlo.

—¿Por qué sé el nombre de tu amigo Alfa y no el tuyo? —preguntó con una sonrisa. Solté una risita e hice hacia atrás los mechones que volvieron a caer sobre su rostro. Eren se inclinó hacia adelante para besarme y yo lo acepté.

—Es Levi —dije contra sus labios—. Mi nombre es Levi. Formo parte del departamento de ciencias y la mayoría de mis compañeros son Alfas y Betas, sé lo que se siente querer huir la mayor parte del tiempo.

—Se vuelve tedioso algunas veces, lo sé —asintió Eren. Soltó un suspiro y unió suavemente nuestras frentes—. Sin embargo, eres el Omega más interesante que he conocido en toda mi vida. Y he conocido demasiados, pero tú… tú eres algo más.

—Ahora sé que tendría que haberte tomado la palabra con eso de que sabes hacer sentir bien a un Omega —dije con una sonrisa. Eren soltó una carcajada y volvió a inclinarse para besarme.

Estuvimos largos minutos en la misma posición, besándonos, hablando, riéndonos, contándonos cualquier clase de cosas para matar el tiempo y no hacerlo incómodo sin decir nada.

Eren me habló de su hermano Zeke, el cual era Alfa, y sus amigos los cuales eran casi todos Alfas, a excepción de uno de ellos, que era Omega. No podía recordar exactamente cada uno de los nombres, pero sí recordaba eso y que sus padres eran ambos Betas.

Le conté sobre Erwin, sobre Farlan, que mi padre era un Omega y desapareció cuando era niño, y que mi madre era Alfa y crecí con ella. Tenía una hermana menor, Mikasa, la cual era Alfa. Le hablé también sobre mis amigos y compañeros de trabajo.

Hasta que dejé de sentir la leve molestia en mi interior. Eren observó con curiosidad la unión de nuestros cuerpos y se movió con cuidado, encontrando ninguna clase de restricción al deslizarse fuera de mí. De todos modos, lo hizo con precaución, lentamente, robándome un suspiro al sentir cómo nuevamente despertaba esa leve necesidad de sentirme lleno gracias a un Alfa, la cual sanaría en los siguientes dos días, pero esto era, lo que se dice, un gran progreso.

Dejé caer mis piernas contra la encimera con un suspiro de alivio cuando estuvo completamente fuera de mi cuerpo, relajando cada uno de mis músculos entumecidos. Eren volvió a echarme un vistazo y sonrió de lado, intentando esconder el gesto en el dorso de su mano. Lo fulminé con una mirada, pero no sirvió de mucho porque no hacía más que sonreír delante de él. Se inclinó para recoger mis prendas del suelo, extendiéndolas en mi dirección.

Nos vestimos en silencio, cada uno por su lado, porque aún no nos sentíamos lo suficientemente cómodos en compañía del otro. Básicamente, nos habíamos conocido menos de dos horas atrás, no había mucho por explicar. Escuché a Eren soltar un suspiro cuando terminé de ajustar mi calzado y me giré hacia él, frunciendo el ceño.

—Huelo a Omega, mis compañeros van a hacer que la pase muy mal —explicó al mismo tiempo que terminaba de subir la cremallera de su sudadera. Me sonrojé completamente y él sonrió—. No es nada de lo que pueda quejarme, pero preferiría no tener que escucharlos, menos que menos tener que soportar cuando se ponen agresivos.

—Eres un Alfa bastante peculiar, tengo que admitirlo —dije con una sonrisa. Eren me devolvió el gesto. Yo recogí mi playera de la encimera y la deslicé por encima de mi cabeza, acomodándola en su lugar y deshaciéndome de la mayoría de las arrugas—. Bueno, muchas gracias por encargarte de mí. Eres un buen Alfa y me encantaría que esto hubiese pasado en circunstancias menos extremas, pero tengo que regresar a dar señales de vida al departamento, ya sabes.

—Sí, está bien —asintió Eren. Ambos nos miramos y no dijimos nada por largos segundos, pero fue él quien se movió primero. Sentí sus dedos acariciar suavemente mi mandíbula y sus labios deslizarse lentamente sobre los míos. Solté un leve gemido cuando se alejó de mí—. Ha sido un placer encontrarte aquí, en un servicio para Betas.

—Podría ser en un lugar mejor la próxima ocasión —dije mordiéndome el labio. Eren pareció sorprendido, pero su boca fue extendiéndose lentamente hasta formar una sonrisa.

—Podría ser —repitió Eren. Asentí una vez más con la cabeza.

Eren finalmente se volteó y quitó el pestillo de la puerta, saliendo del cuarto de baño dirigiéndome una última sonrisa. Quise sonreír como una adolescente enamorada, pero mi móvil comenzó a vibrar en mis pantalones. Lo saqué de inmediato de mi bolsillo.

De: Farlan, 16:17. Ya terminé con mi última clase, encuéntrame en la cafetería. O dime dónde encontrarte.

De: Levi, 16:18. Voy camino a la cafetería. Te veo allí.

Salí del cuarto de baño y me sentí completamente diferente. Ya no estaba tan desesperado y podía caminar con normalidad, no como si en cualquier momento estuviese a punto de desintegrarme. El edificio de Betas tampoco era un lugar inseguro para un Omega como yo, pero no me sentía incómodo, no había sensaciones inconvenientes; al menos el celo se había aliviado y ya no estaba molestándome como siempre sucedía. Era la primera vez que no necesitaba la ayuda de Farlan en cuanto a mi naturaleza se trataba.

Caminé por el campus con total libertad, el cual estaba cargado con bastantes estudiantes a comparación de cuando había andado por allí. Crucé toda la distancia hasta la cafetería y divisé a Farlan rápidamente. Él alzó la mirada cuando estaba a dos mesas y levantó ambas cejas.

—Hueles a Alfa —fue lo único que dijo cuando me detuve delante de él. Rodé los ojos.

—Sí, lo sé, lamentablemente tengo que follar contigo de manera regular —respondí sentándome en la silla opuesta a la suya. Tomé la segunda taza de café que se encontraba en el centro de la mesa y solté un suspiro cuando sentí el aroma de la cafeína.

—¿Dónde has estado? —preguntó Farlan. Descendí la taza.

—Tú no eres mi novio —respondí lamiéndome los labios. Mi mejor amigo alzó una ceja.

—No, eso ya lo sé —replicó secamente. Hice un sonidito de puro placer cuando recogí varias cosas dulces de todo lo que había pedido Farlan—. Pero soy el único Alfa en el que tu novio confía y al cual le permitió ser íntimo contigo. Y tú, sin duda, has follado con otro Alfa. Puedo olerlo todo encima de ti. Escúpelo, Ackerman.

—Ha sido algo de una sola ocasión, no hagas tanto escándalo —me quejé. Farlan me miró con seriedad y yo solté un bufido—. No quiero hablar de eso ahora.

—Háblame nuevamente de esa manera, me la sudan los códigos —respondió Farlan. Sonreí contra mi taza y él soltó un gruñido—. No me provoques, Levi. Sabes que en menos de un minuto me subiré sobre la mesa y comenzaré a gritar en busca de quién demonios se folló a Levi Ackerman en mi lugar y sin mi permiso.

—Oh, por favor, no eres el único Alfa sobre este jodido planeta, y ni siquiera puedes reclamarme nada porque has dejado bien en claro que no estabas disponible, así que no tienes ningún derecho a hacer esta estúpida escenita —sentencié con seriedad, señalándolo con mi buñuelo azucarado a medio terminar. Farlan soltó un bufido.

—No puedo creer que haya aceptado follarme a un pequeño diablo —masculló contra su taza.

—Oye —solté ofendido—. Te encanta follar conmigo, no seas hipócrita. Deja tu orgullo de Alfa de lado y sé un poco más honesto, Farlan. Nos conocemos y sé que te gusta.

—Me gusta tu novio también y aún conservo las esperanzas de que acepten la propuesta de hacer un trío, ¿te jode? —preguntó Farlan con una sonrisa que pretendía ser inocente, pero era de todo menos eso.

—Vete a la mierda —fue lo único que dije.

—No hasta que no me hables acerca de tu víctima —dijo Farlan.

—Eres insufrible —repliqué rodando los ojos. Farlan fingió una sonrisa inocente y yo me mordí el interior de mi mejilla—. Es parte del departamento de artes, es lo único que voy a decirte.

—¿Eren Jaeger? —preguntó alzando las cejas. Lo miré desconcertado y Farlan sonrió—. Tiempo atrás creí que era un Omega, pero lo he visto discutir con las autoridades y ¡joder!, no lo es en absoluto. Qué desperdicio —sacudió la cabeza—. De todos modos, Levi, no hay muchos Alfas en el departamento de artes, si no era él, tenía que decirte que tienes el peor gusto del mundo cuando te encuentras en pleno celo.

—Eso te incluye a ti —dije con una ceja alzada. Farlan rodó los ojos y evadió la cuestión con un ademán de su mano.

—Soy especial, no hay compromisos entre nosotros —replicó mi mejor amigo—. Ya sabes, básicamente soy tu guardaespaldas donde tu novio no puede verte. Y claro que cuido de que ningún Alfa respire tu mismo aire. Tienes que admitir que hago muy bien mi trabajo.

—Acabo de follarme a otro Alfa, ¿puedes dejar de mentirte a ti mismo en voz alta? —pregunté soltando una risita. Farlan me fulminó con una mirada—. No volverá a suceder, Farlan. Te tengo a ti, no hay necesidad de encontrar a otro Alfa. Es suficiente contigo, no podría con otro Alfa más. ¿Contento?

—Bien —asintió Farlan—. De todos modos, tengo mis ojos en ti.

—Ya estoy considerando reemplazarte —dije colocándome de pie. Vi que Farlan bebía con prisa lo que restaba de su café y me seguía hasta salir de la cafetería—. He dejado mis cosas abandonadas en la clase cuando sucedió, así que debería regresar al departamento para recuperarlas y también para pedirle disculpa a Dhalis por interrumpir su clase.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Farlan. Me detuve y me di la vuelta, encontrando una sonrisa ladina de su parte. Mi mejor amigo se encogió de hombros—. Bueno, ya sabes. Conozco tus celos al pie de la letra y siempre necesitas que te eche una mano. Más de una vez por cada ocasión, para ser no tan estrictamente exacto.

—Sí, seguro —respondí rodando los ojos. Farlan sonrió triunfal—. En el caso de necesitarte, sabes que te llamaré.

—Excelente —sonrió Farlan—. ¿Te apetece cenar esta noche?

—Tendré que consultar mi agenda —respondí con un leve asentimiento. Farlan caminó hacia mí y rodeó el dorso de mi cabeza con una de sus manos, inclinándose hacia abajo para besarme suavemente la frente.

—Recuérdalo, mi orgullo no podría tolerar que me reemplaces por otro —dijo Farlan comenzando a caminar hacia atrás. Me mordí el labio y negué con la cabeza, porque mi mejor amigo era lo más absurdo que le había sucedido a mi vida.

—Adiós, Farlan —lo saludé por última vez y me giré para enfilar en la dirección contraria.

El campus volvía a cargarse, ya que la mayoría de las clases se había terminado y comenzaba el receso de las cinco. Empujé la puerta del edificio de Alfas y caminé rápidamente hacia el departamento de ciencias. Dhalis estaba allí, hablando con un alumno, el cual alzó la mirada cuando cerré la puerta de la gran habitación. Se giró hacia mí y señaló con una de sus manos mi bolso y mi abrigo, los cuales se encontraban sobre uno de los escritorios.

—Día duro, ¿eh? —comentó alguien a mi lado. Me di la vuelta y alcé una de mis cejas cuando encontré a Hange recostada contra el escritorio. Asentí con la cabeza y ella soltó un bufido—. Nunca deja de parecerme una mierda.

—Estoy bien, no es la gran cosa —repliqué mientras hurgaba en mi bolso en busca de que todo estuviese en su lugar. Al menos podía confiar en que Hange conocía más mi orden que yo mismo. Hange se aclaró la garganta.

—Ha venido un tipo preguntando por ti —dijo Hange. Me quedé petrificado y tragué saliva, mirando con atención a mi compañera y amiga—. Era castaño y de ojos hermosos. Creo que dijo que era parte del departamento de artes y que necesitaba hablar contigo. No habrán pasado más de diez minutos desde que se fue, pero dijo que regresaría.

—Joder —mascullé por lo bajo. Hange se mordió el labio a mi lado, intentando reprimir una sonrisa, pero no pudo hacer demasiado. Hange era la peor Omega que había conocido, y siempre me decía que no sería una mala idea no conformarme sólo con Farlan.

—Escuché que Farlan ha estado hasta el límite con los exámenes finales de hoy y tú te ves radiante, ¿puedo adivinar? —preguntó con una sonrisa.

—No —respondí con sequedad.

—¡Te follaste a otro Alfa! —chilló de todos modos, llevándose las manos al cabello castaño, tironeando de los no tan ordenados mechones.

La mayoría de nuestros compañeros se volteó en dirección a nosotros, aunque Hange no había hablado tan alto, pero eso no podía ser posible cuando se trataba de la peor Omega de todo el universo. Me sonrojé completamente cuando noté que, posiblemente, todos se habían enterado de lo que había sucedido e incluso podían sentir el aroma de un Alfa en mí, porque yo mismo aún podía sentir a todo Eren sobre mí.

—Que te jodan —dije girándome hacia Hange. Ella sonrió cuando la señalé con uno de mis índices—. Y ya deja de ser tan ruidosa, demonios. Eres la peor Omega con la que he tenido la mala suerte de cruzar camino.

—Hey, si no te molesta, podrías ofrecerle mi número a tu nuevo Alfa, que se me ha caído la baba de lo bueno que está.

—Mantente lejos o la pasarás mal —la amenacé con mi índice. Hange hizo pucheros—. Estoy hablando en serio. Tengo mis ojos en ti.

Hange soltó una risita y yo comprendí, una vez más, que no podía discutir con una persona como ella. Recogí mi bolso y mi abrigo, caminé hacia la planilla de asistencias para dejar registrado mi nombre y me despedí de todos con un saludo general. Cuando cerré la puerta del departamento de ciencias detrás de mí, me quedé petrificado.

Eren estaba recostado en la pared que enfrentaba la salida de la gran habitación, con un cigarrillo sin encender en sus comisuras y ocupado con algo en su móvil. Pero se demoró pocos segundos en notar que yo estaba allí, en olerme. Alzó la mirada y me dedicó la más seductora de todas sus sonrisas.

—Hey —dijo moviéndose hasta colocarse frente a mí. Sentí todas mis entrañas revolverse y mis sentidos haciendo cortocircuito, pero no le quité la mirada de encima cuando se detuvo muy cerca, observándome desde arriba—. Eh… ¿te gustaría cenar conmigo esta noche?

continuará...