Shizuo no niega sentirse un tanto intimidado al escuchar esas palabras, pero no lo suficiente para evitar colocarse de pie con vacilación, y caminar lentamente alrededor de la mesa. Como si fuese arrastrado hacia Izaya por alguna fuerza magnética.
El pelinegro sonríe mientras se apoya contra la pared detrás suyo, alzando una delicada ceja e inclinando su cabeza con ligereza, como si estuviese retando a Shizuo a continuar con una sola mirada. Izaya separa sus piernas sin un atisbo de vergüenza para permitirle a Shizuo colocarse entre ellas, quien finalmente termina de acortar el espacio entre ellos colocando sus manos en la superficie del mostrador a ambos lados del cuerpo de Izaya, sin saber dónde o si se le permite tocar. Su vecino simplemente se relaja en la posición, pasando uno de sus dedos alrededor del borde del contenedor de helado constantemente.
La mente de Shizuo no es más que una bruma en este instante, sus ojos apenas logran captar el movimiento del índice cubierto de helado que es presionado contra sus labios suavemente. Izaya frota con cuidado su dedo sobre los labios de Shizuo, como si estuviese pintando una obra maestra, antes de alejarse, sintiendo las manos del rubio estremecerse a ambos lados de sus muslos. Se inclina ligeramente hacia adelante, pero sus ojos nunca se apartan de la boca de Shizuo.
—No te preocupes, no muerdo.
Apenas esas palabras melodiosas son dichas, no pasa tan siquiera un instante cuando el mismo Izaya pasa su lengua por todo el desastre que había trazado anteriormente sobre su boca. Siente la risa de Izaya contra la piel de sus labios ahora ligeramente enrojecidos por los movimientos ansiosos de su lengua, y la forma en que parece no tener suficiente de los labios de Shizuo, antes de alejarse.
Shizuo intenta recuperar el aliento al sentir el aire fresco de la cocina contra sus húmedos labios, observando luego el más lindo rubor espolvoreado en las mejillas de Izaya cuando sonríe. Toma las manos de Shizuo a ambos lados de sus piernas y las reubica sobre sus muslos más arriba de lo que Shizuo hubiera esperado, quien siente sus propias mejillas teñirse en rojo ante el movimiento.
—Puedes tocarme —jadea, cubriendo el dorso de las manos del contrario con sus palmas, presionando el agarre de Shizuo contra su piel—. Quiero que me toques.
Shizuo aún no está seguro de si esto está sucediendo en realidad o es otra de sus tantas fantasías retorcidas, así que simplemente hunde sus dedos un poco más sobre la piel de los muslos de Izaya, recibiendo un suspiro entrecortado y complacido en respuesta. Desliza sus manos con detenimiento por la suave extensión de las piernas del otro, colando sus dedos entre los agujeros de las medias de red con su movimiento.
—He pensado en esto tanto tiempo —susurra, mientras desliza sus manos hacia arriba y debajo de la larga camisa que cubre el cuerpo de Izaya.
—Sé que lo has hecho —responde el último con lucidez, y levanta una ceja cuando los ojos de Shizuo finalmente caen sobre las brillantes bragas de encaje al final de las medias luego de alzar su camisa más arriba.
Izaya se ríe de la expresión en la cara de Shizuo cuando lo escucha ahogar un gemido en su garganta. Pero salta ligeramente cuando siente el ligero contacto de los dedos de Shizuo sobre el contorno de su erección aun cubierta por el encaje.
—Ya estás duro y apenas te he tocado —Shizuo jadea, sintiendo repentinamente menos vergüenza al pensar en cómo solo ver a Izaya desde su ventana lo había encendido tan fácilmente.
Un sonido se escapa de los labios de Izaya cuando siente a Shizuo hundir un solo dedo en el borde flexible de la tela, acariciando con ligereza la punta ya húmeda con pre-seminal. Shizuo siente su longitud palpitar debajo de su ropa, apenas cayendo en cuenta de su propia erección. No le sorprendería haber estado duro desde el momento en que su vecino abrió la puerta y vio lo que llevaba puesto. Se aferra a la cadera de Izaya con su mano libre mientras continúa acariciando la punta del empalme del otro con uno de sus dedos.
Izaya solo balancea sus caderas en respuesta, ansioso pero complacido ante el contacto, antes de inclinarse hacia atrás ligeramente para poder tomar el borde de su camisa y retirarla cuando siente a Shizuo alejarse. Luego recupera el envase a su lado y lo vierte sobre sus muslos, dejando que el resto del helado comenzando a derretirse gotee sobre su piel cubierta por las medias de red. Shizuo no se molesta en tratar de silenciar el gemido gutural que sube por su garganta, ansioso por extender la pegajosa sustancia por la totalidad de esos muslos con sus dedos, y su boca por sentir la piel suave debajo suyo.
Izaya deja caer el recipiente prácticamente vacío a un lado, sin prestar atención al desastre en la superficie del mostrador cuando éste cae de costado, y se acerca para tomar el rostro de Shizuo en sus manos casi con ternura, instándolo a acercarse para luego presionar un dulce beso sobre sus labios.
Shizuo persigue la boca de su vecino luego de sus palabras. Abre los labios de Izaya con el pulgar, ansioso por probar no solo el helado sobre sus muslos, sino también los rastros que aun quedan en su lengua. Y por la forma en que Izaya se vuelve dócil bajo sus manos al permitirle perderse contra su boca, es mucho más que suficiente.
Se retira con un mordisco juguetón sobre el labio inferior del contrario, imaginando que Izaya le ha dado permiso para hacer lo que le plazca mientras presiona besos húmedos a un costado de su cuello, y finalmente se apoya en su clavícula succionando la piel y decorándola con marcas que ya se están volviendo de un hermoso tono violáceo oscuro. Solo después de que Shizuo se arrodilla un poco, y nivela su rostro con los muslos de Izaya, que todavía están muy bien extendidos para él, se atreve a dudar en sus toques, pero el pequeño suspiro de Izaya cada vez que sus labios hacen contacto con la suave piel de sus muslos es suficiente estímulo antes de encontrarse lamiendo el desorden frente a él.
—Pensé que no te gustaba el amaretto —se ríe Izaya en medio de otra respiración entrecortada, y los ojos de Shizuo parpadean para captar el más ligero color rosa espolvoreando sus mejillas.
—Me gusta el amaretto —comenta Shizuo, succionando y pellizcando la piel entre sus labios con cuidado.
Otra risa llena el aire entre ellos cuando Izaya frunce el ceño hacia Shizuo, como si supiera exactamente qué palabras iban a escapar de sus labios. Pero Shizuo está distraído entre el mapa que está trazando a través de la piel de Izaya y la forma en que la lengua del mismo se desliza para humedecer sus propios labios, tanto, que incluso no nota la forma en que el chico lo empuja repentinamente con un pie contra su hombro, casi haciendo que se caiga. Ni siquiera un momento después, Izaya se desliza fuera de la encimera, hay una mirada malévola en sus ojos oscurecidos por la lujuria cuando se pone de rodillas y Shizuo solo puede mirarlo con los ojos muy abiertos, porque se ve tan increíblemente firme en lo que quiere.
Izaya inclina un poco la cabeza ante Shizuo, que todavía está volviendo a ponerse de pie, sus ojos hacen una pregunta silenciosa a lo que el rubio solo atina a lamerse los labios y asentir, con las mejillas en llamas cuando se da cuenta de lo que Izaya quiere decir mientras sus ágiles manos acarician despreocupadamente sobre la extensión de los muslos todavía vestidos de Shizuo.
—¿Estás listo para mí, hmm? —pregunta dulcemente, y Shizuo se siente desmoronarse mientras observa la forma en que su lengua se desliza entre sus labios ligeramente abiertos. Sus manos se mueven dolorosamente lento hasta que finalmente alcanzan su bragueta, las yemas de sus dedos presionan contra la erección vestida de Shizuo y la simple fricción es tan sorprendente, pero está lejos de ser suficiente.
La pequeña sonrisa que se extiende a través de las mejillas de Izaya hace que el corazón de Shizuo caiga hasta su estómago, siente los escalofríos atravesarle la espalda cuando escucha el pequeño «buen chico», que pasa por sus húmedos labios. Las palabras encienden el fuego bajo las mejillas de Shizuo nuevamente cuando las manos de Izaya se deslizan un poco más arriba, pasando un dedo ligeramente sobre la hebilla de su cinturón.
—¿Puedo? —pregunta, y Shizuo quiere gritar, por supuesto que puede, pero solo asiente, apenas capaz de comprender lo que está bastante seguro de que va a suceder.
Izaya deshace el cinturón con facilidad antes de sacar el botón de los pantalones de Shizuo con los labios abiertos ligeramente, como si estuviera sorprendido mientras desabrocha la cremallera con cuidado.
Shizuo está tratando de tomar tantas imágenes mentales como puede. No quiere olvidar la forma en que Izaya Orihara se ve arrodillado frente a él, tan bonito y aparentemente ansioso mientras tira de los pantalones de Shizuo hasta los tobillos. Es lento y tan jodidamente burlón en sus siguientes movimientos, trazando ligeramente las yemas de los dedos sobre sus muslos, incluso deslizándolos bajo el dobladillo de sus bóxers. Su toque es perfecto, piensa Shizuo, pero está terriblemente lejos de donde lo necesita.
Sin embargo, no le importa, le permite a Izaya tocar de la manera que él quiere, disfruta cada toque y siente entrecortar su respiración cuando el chico roza la banda de sus bóxers contra su vientre. Está demasiado perdido en el momento, y apenas registra que su teléfono comienza a sonar en el bolsillo de sus pantalones en el piso.
—¿Quieres contestar eso? —Izaya pregunta burlonamente, enarcando una ceja y mierda, por supuesto que no quiere hacerlo cuando está tratando de tener esto, pero sabe que es del trabajo y no puede simplemente no responder. Él gime un poco, odiando la ausencia del toque de Izaya sobre su piel mientras observa cómo su oscuro cabello cae suavemente sobre su rostro cuando alcanza el teléfono de Shizuo antes de entregárselo.
Él responde, pero se ahoga cuando Izaya ni siquiera espera y comienza a acariciar toda la longitud de su erección vestida, presionando el más dulce de los besos sucios contra ella. Su cálida respiración se filtra a través de la tela haciendo estremecer a Shizuo mientras su cerebro se corta, olvidando fácilmente que está hablando por teléfono.
—Espera, ¿qué...? Lo siento, yo... —contiene un grito ahogado al sentir que los dientes de Izaya rozan ligeramente la cabeza de su polla atrapada en la tela—. Oh, mierda... —sisea al final, y sus ojos se agrandan al darse cuenta de lo que acaba de decirle a su jefe—. No, lo siento, no me siento muy bien... —lo intenta, y Dios, quiere llorar ante la mirada encantadora que se apodera de las características de Izaya mientras tira de los bóxers de Shizuo para que se encuentren con sus pantalones, y la forma en que se lame los labios ante la vista frente a él.
Shizuo siente que está sosteniendo su teléfono tan fuerte que podría romperse bajo su mano.
—S-sí —dice en el teléfono, su voz suena extrañamente más alta de lo que normalmente es—. Sé que es importante y... trabajaré horas extra, oh Dios —jadea de nuevo, Izaya es claramente despiadado porque poco después está presionando juguetonamente la cabeza del pene de Shizuo entre sus labios separados y recolectando todo el pre-seminal que se reúne en la punta.
Su cuerpo entero se siente como si se estuviera derritiendo cuando Izaya toma más de su longitud entre sus labios, y está bastante seguro de que murió y fue al cielo debido a las grandes olas de placer que comienzan a trazar su camino sobre su columna vertebral.
—Por supuesto, señor. Estaré allí en la mañana —tartamudea en el auricular del teléfono, deseando simplemente colgar y siente una oleada de alivio cuando el hombre al otro lado de la llamada finalmente se despide, y escupe otro—: Oh, mierda —mientras se inclina para lanzar su teléfono sobre el mostrador y volver a centrar toda su atención en Izaya.
—Tranquilo —Izaya trata de decir con la erección de Shizuo en su boca, aunque él apenas puede hacerlo, especialmente con la forma en que la saliva escapa de las comisuras de sus labios.
Shizuo no tiene comentarios, sabe que sonaba como un jodido idiota en el teléfono con su jefe. Simplemente resopla, reprimiendo otro gemido cuando sus dedos finalmente se deslizan en el suave cabello de Izaya, tirando de él hacia adelante hasta que la punta de su pene se encuentra con la parte de atrás de su garganta y, joder, jura que ve las putas estrellas, su anterior vergüenza rápidamente escapa por la ventana.
Izaya se mantiene allí, tragando con fuerza alrededor del pene de Shizuo mientras mira al hombre con lágrimas en los ojos, pero otra sonrisa honesta tira del borde de sus labios. Es seguro decir que una sola mamada de Izaya ha superado fácilmente todas las fantasías más salvajes de Shizuo.
Su vecino se retira con un lascivo pop, y solo le sonríe a Shizuo mientras trata de recuperar el aliento. Su pecho está agitado y la saliva que se acumula alrededor de sus labios brilla bajo las luces de la cocina, Shizuo solo deja escapar un «hermoso» ante la vista. Una breve risa se escapa de los labios de Izaya ante el cumplido, sus mejillas se tornan de un rosa oscuro cuando su lengua sale de su boca otra vez; permitiendo que más saliva caiga en la punta de la longitud de Shizuo y finalmente corra hacia la base.
—Sucio —Shizuo prácticamente gruñe cuando Izaya vuelve a recorrer todo el camino con su boca hasta la base—. Tan jodidamente sucio y hermoso.
Izaya simplemente tararea en respuesta, sus ojos se abren y se cierran mientras saborea cada centímetro de Shizuo, claramente haciendo alarde de sí mismo antes de rozar sus dientes contra la cabeza y el hombre solo pueda lanzar su cabeza hacia atrás y gemir ante la menos cómoda fricción, pero a la mierda si no es bienvenida.
El pelinegro lame una línea más hasta la cabeza antes de presionarla entre sus labios, chupando con fuerza durante un momento y Shizuo siente que está a punto de perderse por completo antes de que escuche otro pop. Mira hacia abajo para encontrar los labios de Izaya conectados a su pene por una cadena de saliva y pre-seminal, y solo puede morderse los labios ante la vista.
—Probablemente ni siquiera necesitaría lubricante —comenta, aunque no es una sugerencia. Izaya levanta una ceja, como si lo estuviera pensando, antes de que él asienta hacia la encimera.
—Pero el lubricante ya está fuera —sus palabras salen maliciosas de sus labios.
Shizuo gruñe ante eso cuando sus ojos se mueven hacia arriba, observando una botella de lubricante y una caja de condones junto al fregadero, antes de que sus ojos vuelvan a Izaya,
—¿Estabas esperando esto?
Izaya solo sonríe cuando la maldad detrás de sus implicaciones se manifiesta en sus ojos, y Shizuo decide que definitivamente ha muerto y ha ido al cielo, aunque el cielo es mucho más oscuro y pecaminoso de lo que jamás podría haber imaginado.
—Tal vez lo estaba —Izaya se ríe, levantando las manos para que Shizuo lo ayude a levantarse, antes de que el chico se acerque a la mesa de la cocina. Se pasa el pulgar sobre el labio inferior, como si todavía estuviera tratando de limpiar el desastre anterior, mientras su otra mano se aferra al respaldo de una de las sillas de madera.
Comienza a arrastrarla por el piso de baldosas blancas y negras, el ruido chirriante que casi hizo a Shizuo estremecer es la menor de sus preocupaciones cuando Izaya enfrenta la silla hacia el mostrador. Camina alrededor de ella lentamente, con las yemas de sus dedos rozando la madera a lo largo del respaldo mientras mira a Shizuo hacia arriba y abajo, quien hace todo lo posible para tirar de sus bóxers cuando se quita los pantalones que todavía están alrededor de sus tobillos en el piso.
Izaya se ríe de cuan apresuradamente Shizuo patea sus pantalones lo más lejos posible antes de que su mano abandone el respaldo de la silla, aterrizando ligeramente sobre el hombro del rubio mientras camina a su alrededor hasta que está frente a Shizuo.
La mirada con la que se encontró Shizuo tiene su corazón martillando contra su garganta, completamente errático y muy probablemente audible para su vecino. Las puntas de los dedos de Izaya comienzan a deslizarse suavemente por la columna de su cuello desde su hombro, el toque le hace cosquillas, haciendo que su cabello se ponga de punta antes de sujetar la barbilla de Shizuo.
Sus ojos casi queman cuando se mueven de la mirada de Shizuo, cayendo hacia sus labios ligeramente separados donde está tratando de mantener su respiración estable. El pulgar de Izaya está frotando círculos ligeros porque el helado que Shizuo limpió antes de sus muslos ha dejado un rastro pegajoso, tan dulce y aparentemente atractivo cuando se inclina hacia adelante para pasar rápidamente la lengua desde la barbilla del hombre hasta sus labios.
El toque es tan rápido que Shizuo no tiene tiempo para reaccionar, y mucho menos para registrar lo que está pasando antes de que Izaya se aleje, golpeando sus labios con el dedo índice mientras tararea con aprobación. Es entonces cuando pone sus manos sobre los hombros de Shizuo y lo empuja hacia abajo en la silla, quien golpea la madera con un ruido sordo antes de que Izaya se siente sobre su regazo, con las piernas a ambos lados de la silla.
—¿Quieres que esto se quede o se vaya? —pregunta con sencillez mientras agacha su cabeza en cuestión, sus dedos se hunden por debajo del borde de las medias de red mientras las estira y se golpean contra la piel de su cintura.
Shizuo pasa saliva tan fuerte que es todo lo que puede oír por un momento, y joder, esa es una pregunta tan difícil, pero cree que ha pasado mucho tiempo viendo a Izaya con el tipo de atuendo con el que está adornado ahora, sin oportunidad de ver todo lo que hay debajo.
—Fuera, bebé. Quítatelas —tartamudea, sus dedos temblando en su regazo porque muere por tocarlo.
Izaya sonríe, como si esa fuera la respuesta que buscaba mientras mueve sus caderas un poco, sus dedos aún se enganchan debajo de la cintura mientras tira de las medias muy lentamente. Shizuo no puede soportarlo más, sus manos se mueven solas y no es un momento más tarde que Izaya golpea su mano, chasquea la lengua mientras mueve el dedo en negación antes de presionarlo juguetonamente en la punta de la nariz de Shizuo.
—Nada de eso —regaña—. Sin tocar —agrega mientras se levanta apoyándose contra la encimera detrás suyo y comienza a tirar de las medias de red una vez más.
Shizuo muerde el labio inferior entre sus dientes, sus manos ahora se aferran a los lados de la silla con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos. Murmura algo e Izaya detiene sus movimientos una vez más, sus medias ahora están en la parte superior de sus muslos, presionando con fuerza contra su piel.
—Si no te comportas, siempre puedo atarte —sonríe, casi como si estuviera inspirado, y Shizuo debe admitir que no suena tan mal.
Izaya solo levanta una ceja, como si esperara una respuesta, pero Shizuo solo sacude su cabeza en acuerdo cuando el chico de cabello negro asiente en aprobación antes de alejarse. Sigue trabajando en sus medias de red, arrastrándolas poco a poco hasta que finalmente sale de ellas y las lanza sobre el regazo de Shizuo.
El pelinegro vuelve a apoyarse contra el mostrador, y se sienta sobre el aun sin apartar sus ojos del rubio, luego, levanta ambas rodillas hacia su pecho con los pies tan altos en el aire que solo ahora a Shizuo lo invade el pensamiento de que, Dios mío, este chico es flexible. La pequeña lengua de Izaya sale de entre sus labios en concentración mientras engancha sus pulgares ahora debajo de la banda de encaje rojo, vuelve a mover las caderas un poco antes quitarse las bragas exitosamente para unirse a sus medias de red en el regazo de Shizuo.
Shizuo se estremece ligeramente en su silla, su mandíbula se abre de golpe ante la vista porque Izaya está completamente expuesto justo frente a él y se pregunta si debería haber aceptado la oferta del chico para atarlo a la silla porque no hay manera de que vaya a poder mantener sus manos para sí mismo con todo eso delante suyo.
Izaya chasquea la lengua, obviamente captando el ligero movimiento del otro.
—Quieto.
Pero ¿cómo diablos se supone que debe hacer lo que se le pide cuando todo sobre el cuerpo de Izaya es mucho más de lo que pudo haber imaginado todas esas noches que pasó mirándolo? Entre su piel perfectamente pálida, las pequeñas muescas en sus caderas donde sus bragas estaban un poco demasiado apretadas, y lo hermosa que es su polla cuando se apoya contra su vientre, Shizuo no está seguro de qué le gusta más.
Pero claramente, a Izaya no le importa su dilema, no, no con la forma en que ya está acariciando su propia erección y lentamente moviendo sus caderas hacia arriba para encontrarse con su propio toque. Sus cejas se juntan tan hermosamente cuando sus ojos se cierran con placer por un movimiento tan simple, y Shizuo solo espera no estar babeando como un estudiante de secundaria ante la vista, incluso verifica con el dorso de su mano solo para estar seguro de que no lo está.
Izaya ríe sin embargo, él solo ríe mientras se da placer a sí mismo frente a Shizuo. No hay nada de vergüenza, ni timidez en su rostro y ese solo hecho lo hace aún más intoxicante, Shizuo solo quiere morir donde está sentado porque nunca antes había tenido tantas dificultades para controlarse.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunta, sin aliento a sus palabras mientras sus dedos recorren la longitud de su pene hasta la cabeza. El toque parece lo suficientemente ligero, pero sus labios se abren cuando lucha contra un gemido, el movimiento gana un jadeo de Shizuo, porque esto es una tortura absoluta para él y quiere moverse, pero tiene la posibilidad de que Izaya detenga todo lo que está haciendo.
—¿Realmente tienes que preguntar? —Shizuo se muerde el labio inferior luego de sus palabras, la acción es lo suficientemente fuerte como para casi extraer sangre y se da cuenta de que está perdiendo la sensación en sus dedos por aferrarse a los bordes de la silla con tanta fuerza.
Sin embargo, Izaya sonríe, como si fuera un logro, pero él sabe lo que la acción le está haciendo a Shizuo y esa es la razón por la que continúa acariciándose mientras alcanza el lubricante junto al fregadero con su mano libre. Shizuo sabe a dónde va esto; siente que su propia longitud palpita por el simple pensamiento convirtiéndose en realidad ante sus ojos cuando Izaya finalmente abre la tapa antes de mojar sus dedos con más lubricante de lo que es realmente necesario.
Una vez que considera que sus dedos están lo suficientemente húmedos, deja que la botella de lubricante caiga descuidadamente sobre la encimera a su lado y sus ojos se vuelven hacia Shizuo.
—Acerca la silla —dice, con malicia en sus ojos y Shizuo solo puede hacer lo que se le ordena.
Entonces, él lo hace, acercando la silla hacia Izaya lo más rápido que puede aun sin dejar el asiento, hasta que sus rodillas golpean contra los gabinetes inferiores. Izaya se ríe de su entusiasmo, antes de que finalmente le diga que en realidad puede tocar, solo que no es de la manera que Shizuo está esperando:
—Pon tus manos en mis muslos —dice—. Levanta mis piernas por mí, ¿sí?
Está lejos de ser lo que Shizuo quiere, pero nunca diría que no, no cuando esa pequeña sonrisa eufórica comienza a trazar los rasgos de Izaya una vez más, mientras su mano resbaladiza cae entre sus piernas. Shizuo se lame los labios con anticipación mientras observa la almohadilla del dedo de Izaya comenzando a dar vueltas alrededor del borde de su entrada, de una manera tan burlona que evoca un pequeño suspiro del chico de cabello negro y hace que Shizuo ahogue otro jadeo.
Shizuo cree que tal vez deba llamar a su agente de bienes raíces más tarde, agradecerles por encontrarle una casa con esta magnífica criatura como vecino, no porque su agente de bienes raíces realmente tenga algo que ver con todo esto; sino que se siente tan jodidamente agradecido al observar a Izaya deslizar lentamente un solo dedo dentro de sí mismo mientras sus labios se abren en una pequeña «o».
—Yo podría hacerlo —exclama Shizuo, mientras sus dedos tiemblan ligeramente contra los muslos de Izaya. La sugerencia obtiene una risa entrecortada del pelinegro antes de morderse los labios, sus cejas frunciéndose un poco en concentración.
—Buen intento —suspira mientras introduce un solo dedo hasta el nudillo, sus ojos se cierran una vez más, y las siguientes palabras escapan en un gemido cuando comienza a mover su dígito a un ritmo más rápido—. Pero tus dedos me harían venir muy rápido y quiero correrme con tu pene, ¿está bien?
Las palabras roban el escaso el aire en los pulmones de Shizuo mientras sus ojos se mueven hacia arriba con vacilación, apartándose del espectáculo que tiene frente él, atrapando la mirada oscura y hambrienta de Izaya.
—Mierda, sí —respira Shizuo, sonando desesperado, aunque se da cuenta de lo que quiere decir el chico cuando compara sus propios dedos con los de Izaya, porque son ligeramente más largos, y está seguro de que fácilmente podría alcanzar el punto dulce del otro.
El pensamiento hace que Shizuo se muera por follarlo con sus dedos como se debe. Pero rápidamente se da cuenta de que la espera valdrá la pena, hundiendo un poco más sus dedos en la carne de los muslos de Izaya, quien comienza a retorcerse ligeramente en su agarre, solo tiene un dedo dentro de él antes de sacarlo y rápidamente presionar dos más al lado de él, lo que extrae otro gemido de los labios de Shizuo.
—Pareces desesperado —es una pregunta, y solo observa a Izaya instantáneamente establecer un ritmo constante mientras comienza a bombear sus dedos dentro y fuera de sí mismo.
El chico de cabello negro solo asiente, sus cejas se juntan tan lindamente en su ceño y parece que no puede mantener los ojos abiertos, ya que se encuentra perdido en el placer, mientras su otra mano se arrastra sobre su longitud que ha comenzado a hacer un desastre húmedo de pre-seminal sobre su estómago. Y a la mierda si Shizuo no muere por probarlo.
—¿Crees que eres el único que había estado pensando en esto? —tartamudea entre respiraciones entrecortadas, las palabras casi se ahogan en un gemido.
—¿Piensas en ser follado por mí, bebé? —pregunta, con una sonrisa arrogante tirando de sus labios mientras sus ojos beben la forma en que los labios de Izaya se abren con un gemido una vez más y el chico solo asiente con la cabeza, claramente luchando por encontrar su compostura.
—Parecía que me cogerías tan bien —sus palabras coinciden con la sincronización de sus dedos—. Tenía que saber si tenía razón.
Las palabras solo hacen que Shizuo se sienta como si estuviera en llamas, olvidando al instante la regla de no tocar de Izaya, cuando agarra la muñeca del otro retirando su mano y haciendo que sus largos dedos se deslicen dentro del chico a un ritmo que es claramente demasiado brusco. Un gemido se abre camino hasta su garganta.
Izaya dejó de temblar un poco con la acción, claramente demasiado perdido en su propio mundo cuando sus ojos se abren de golpe y se inclina un poco hacia adelante, como si fuera a protestar porque Shizuo no estaba haciendo lo que le pedía. Sin embargo, Shizuo es rápido, capturando los labios de Izaya con los suyos y cortando lo que iba a ser un comentario sarcástico, sin duda alguna.
Las manos de Izaya se enredan instantáneamente en el cabello de Shizuo, sin siquiera preocuparse por ser gentil, antes de envolver sus piernas alrededor de su cintura, haciendo todo lo posible para tirar de él y cerrar el espacio entre ellos por completo. Shizuo no puede evitar sonreír, absorbiendo cada gemido y murmullo incoherente que escapa de los labios de su vecino, prácticamente puede sentir lo desesperado que se ha vuelto bajo su toque cuando sus besos se vuelven sucios y se convierten en nada más que lengua, dientes y jadeos entre cada uno.
Shizuo se da cuenta de que podría besar a Izaya por el resto del día, o para siempre. No puede obtener suficiente del sabor sutil del amaretto que está tratando desesperadamente de beber de los labios del pelinegro, pero con la forma en que su balbuceo se está convirtiendo en lloriqueos, se retira y disfruta absolutamente la forma en que los ojos de Izaya se oscurecen con las pupilas abiertas de par en par.
Todavía está tratando de recuperar el aliento, su pecho está un poco agitado mientras Shizuo acaricia los nudillos sobre sus mejillas con ligereza. No puede evitar sentirse un poco orgulloso, al ver el completo desastre que Izaya se ha vuelto mucho antes que él mismo.
—Dime lo que quieres —murmura, aunque sabe exactamente lo que quiere.
Los dedos de Izaya comienzan a deslizarse por el antebrazo de Shizuo, finalmente sujetando su mano mientras retira los dedos sobre su mejilla, solo para alinear esos dedos con sus lujosos labios.
—Sabes lo que quiero —dice sin perder el ritmo, sus ojos de alguna manera se oscurecen aun más antes de deslizar los dedos de Shizuo entre sus labios como si fuera la cosa más natural del mundo.
Shizuo quiere escucharlo suplicar, no hay duda de eso, pero bajo la mirada con la que se ha encontrado, está más que satisfecho cuando saca sus ahora húmedos dedos de la boca de Izaya, reemplazándolos con sus propios labios. Lo besa lentamente, con cuidado, en comparación con los anteriores, mientras desliza su mano sobre la encimera en busca de los condones cerca del fregadero. Lucha por un momento antes de finalmente encontrar lo que necesita antes de alejarse de Izaya, sosteniendo la caja entre ellos mientras levanta una ceja, ni siquiera en cuestión, más como una demanda silenciosa.
Izaya se da cuenta cuando comienza a morderse el labio, como si aun tuviera el sabor de Shizuo en su boca cuando toma la caja, sacando una línea completa de condones antes de arrancar uno y tirar el resto al suelo. Desliza el condón entre sus dientes, manteniéndolo allí mientras se inclina hacia adelante, antes de agarrar la envoltura y rasgar el papel de aluminio. Arroja el envoltorio sobre la encimera mientras toma a Shizuo en una mano, lo acaricia burlonamente antes de que comience a enrollar el condón, y el toque hace que salga un ligero jadeo del otro. El toque está enviando ondas de placer por la columna vertebral de Shizuo, pero se va tan rápido como llegó cuando Izaya se apoya contra la pared detrás del mostrador.
Su mano se desliza sobre la encimera hasta que encuentra el lubricante, y con el movimiento, envuelve sus piernas con fuerza alrededor de la cintura de Shizuo una vez más mientras lo acerca a él.
—¿Quieres hacer los honores, o lo hago yo? —pregunta, levantando una ceja de una manera que tiene a Shizuo tirando de su labio entre sus dientes.
—Adelante —responde Shizuo, anticipando el toque de Izaya una vez más mientras mira al chico alcanzar su dura erección antes de verter lubricante directamente sobre su longitud. Muchas cosas sobre los movimientos de Izaya han sido graciosas hasta ahora, ya que está vertiendo mucho más lubricante del que se necesita en todo el condón antes de deslizar las yemas de los dedos por el pene empapado de Shizuo.
Shizuo se inclina un poco hacia delante, persiguiendo los labios de Izaya para otro beso mientras lo acerca un poco más al borde del mostrador. La mano de Izaya ha encontrado su camino de regreso a la polla cubierta de Shizuo, ya alineada contra su entrada y haciendo todo lo posible para obligarlo a introducirse con el movimiento de ser arrastrado hacia el borde.
Los labios de Shizuo viajan hacia la mandíbula de Izaya luego de lamer la boca del pelinegro. Está presionando el más ligero y burlón de los besos, y solo hace que Izaya resople un sonido de molestia por el lento y preciso rastro que Shizuo está dejando en la línea de su mandíbula y sobre su cuello. Está succionando tranquilamente la piel de Izaya entre sus dientes, pero no con fuerza, cuando Izaya desliza una de sus manos en el cabello de Shizuo, tirando de las hebras.
—Shizuo —Izaya prácticamente sisea, soltando otro suspiro impaciente sintiendo la lengua del otro pasar ligeramente sobre la piel aún sostenida entre sus labios.
Shizuo tararea a cambio, saboreando la desesperación y la molestia en la voz de Izaya antes de que el chico empiece a tirar un poco más fuerte del cabello que tiene a su alcance.
—Shizuo, por favor, solo-... —balbucea, empujando sus caderas hacia adelante hasta que la punta de la longitud de Shizuo golpea ligeramente su entrada—. ¿Qué diablos estás esperando?
Su rogar tiene el borde de los labios de Shizuo convirtiéndose en otra sonrisa irónica cuando comienza a succionar un moretón en la piel que ha estado apretando entre sus dientes por lo que Izaya siente que es un tiempo dolorosamente largo. Un escalofrío de cuerpo completo se abre paso por todo el cuerpo de Izaya, y con el movimiento, junto con la forma en que sus dientes ahora se hunden un poco más en la deliciosa piel debajo de sus labios, se introduce de una sola vez.
El instante en que Shizuo está completamente presionado dentro de Izaya extrae un gemido agudo del chico de cabello negro, el sonido prácticamente hace eco en las paredes de la cocina. Se queda quieto, lo que le da tiempo a Izaya para adaptarse a su longitud, pero solo causa otra serie de súplicas murmuradas cayendo contra su oreja cuando los dedos de su vecino viajan desde el cabello de Shizuo hasta la piel de su cuello, donde comienza a hundir sus uñas apenas un poco.
—Oh-... —Izaya comienza, tomando su labio inferior entre sus dientes en una fuerte inhalación mientras comienza a probar las aguas, balanceando sus caderas contra Shizuo ligeramente—. Oh dios-... —lo intenta, pero finalmente Shizuo aparta la boca de su cuello hasta que finalmente puede ver el rostro de Izaya, y disfruta de la forma en que sus cejas se fruncen ante el placer.
—¿Estás bien? —pregunta, porque otra serie de maldiciones incoherentes está saliendo de los labios de Izaya antes de que él vuelva a morderse el labio, y solo asiente frenéticamente, desesperado—. Bien —arremete Shizuo justo cuando está retrocediendo hasta que su pene casi sale del agujero de Izaya antes de comenzar a mover sus caderas hacia delante, ganando otra reacción esperada de la acción.
Las uñas de Izaya se hunden más profundo en el cuello de Shizuo, su otra mano se desliza hacia abajo aferrándose con fuerza a su cintura mientras aprieta sus piernas alrededor de él, haciendo todo lo posible por acercarlo más. Sin embargo, Shizuo chasquea la lengua ante esto, deslizando sus manos desde las caderas de Izaya hasta sus muslos, donde lo obliga a aflojar su agarre.
—No te preocupes, cariño —dice, aunque se está derritiendo por la expresión en el rostro de Izaya—. Te follaré justo como deseas, solo quiero escuchar esa bonita boca, pídelo dulcemente, por mí.
Izaya solo gime un poco, claramente reacio a hacer lo que se le pide por un momento mientras Shizuo recuerda el helado derretido en el mostrador, por lo que retira su mano del muslo de Izaya por un momento para cubrir sus dedos con la sustancia pegajosa que ha hecho un desastre sobre la encimera. Lleva sus dedos a los labios del pelinegro, empujándolos en su boca por un momento donde Izaya chupa con fuerza contra ellos, tarareando ante el sabor. Sin embargo, Shizuo saca sus dedos rápidamente, antes de hablarle una vez más.
—Dime lo que quieres, bebé, vamos.
Izaya todavía se está mordiendo un poco los labios, saboreando el dulce sabor del amaretto por un momento antes de que sus labios se abran en un grito silencioso mientras Shizuo rueda sus caderas, presionando más profundamente.
—Shizuo- yo-... —balbucea entre respiraciones temblorosas antes de abrir la boca en un gemido silencioso mientras Shizuo gira sus caderas una vez más—. ¡Por favor, solo fóllame, por favor! —finalmente grita de una manera que no sería una sorpresa si los demás vecinos lo escucharan.
—Buen chico —jadea Shizuo antes de que casi se retire una vez más solo para mecer sus caderas hacia adelante, amando el sonido de él golpeando el culo de Izaya haciendo eco en el aire, junto con otro gemido entrecortado del chico de cabello negro antes de que finalmente establezca un ritmo, duro.
—Sí, sí —exclama Izaya entre respiraciones entrecortadas—. Así, Shizuo, oh... —su voz se desvanece cuando otra serie de gemidos eufóricos caen de sus labios. Sus dedos dejan el cabello de Shizuo, junto con el agarre de sus piernas que sostenía con fuerza en la cintura del otro antes de alcanzar las manos de Shizuo sobre sus propios muslos.
Cada fuerte golpe hace que Izaya se aleje del borde del mostrador hasta que se encuentra contra la pared antes de que Shizuo lo tire hacia el borde una vez más.
—¿Te gusta eso, bebé? ¿Te follo bien? —pregunta jadeando, aunque nunca obtiene una respuesta real, ya que Izaya asiente y prácticamente se derrite con un embate particularmente profundo.
—Tú... oh dios, me coges tan jodidamente bien —se queja Izaya a cambio, sus dedos se aferran con más fuerza a las manos de Shizuo hasta que sus nudillos se vuelven blancos—. Shizuo, por favor, yo-... por favor —comienza de nuevo, sus cejas se juntan mientras cierra los ojos, y unas lágrimas escapan de las esquinas de sus ojos.
—¿Por favor, qué? —pregunta Shizuo, aunque sale en un gemido—. ¿Qué pasa? Vas a venir, ¿es eso? —no puede evitar frenar un poco su ritmo, amando la forma en la que Izaya instantáneamente comienza a retorcerse un poco por debajo de él en un intento de obtener algo de placer.
—Sí —jadea, con el pecho agitado mientras sus muslos tiemblan debajo del apretón de muerte de Shizuo—. Sí, pero no quiero —sus palabras hacen que Shizuo reduzca su ritmo incluso cuando los ojos de Izaya finalmente se abren, otra cadena de lágrimas escapando de sus ojos.
—¿Por qué? —pregunta mientras una mano finalmente se desliza por sus muslos hacia el pene de Izaya que está haciendo un desastre mojado en todo su estómago, solo para ser detenida por la pequeña mano del chico aferrándose a su muñeca.
—Yo quiero —Izaya trata de hablar, pero es interrumpido por un sollozo cuando Shizuo rueda sus caderas—. ¡Joder! —grita, tan claramente cerca del clímax—. ¡Quiero venir mientras te monto, por favor!
La solicitud suena muy convincente para Shizuo, ya que instantáneamente alcanza debajo de los muslos de Izaya, sintiendo que las débiles piernas del pelinegro se envuelven tan fuerte como pueden alrededor de su cintura antes de que sus delicadas manos se aferren a sus hombros. Es rápido, la forma en que Shizuo aparta a Izaya del mostrador, que casi pierde el equilibrio esperando encontrar la silla detrás de él.
Ambos prácticamente se desploman en el asiento de madera, risitas entrecortadas escapan de los labios de Izaya al principio con el impacto hasta que cae por completo sobre el regazo de Shizuo, enterrándose por completo dentro de él y su risa tranquila se convierte en otro gemido melódico y tembloroso. A Izaya le toma un momento encontrar su compostura mientras sus manos vuelven a tomar lugar detrás del cuello de Shizuo.
—Me coges mucho mejor de lo que pensé que lo harías —suspira, girando un poco sus caderas y sus cejas se juntan una vez más—. D-debería haber hecho que vinieras hace meses.
—Deberías haberme engañado para que viniera, quieres decir —corrige Shizuo, aunque una sonrisa juguetona está tirando de sus labios mientras trata de ignorar la tensión en sus entrañas cuando Izaya comienza a mover sus caderas un poco, probando las aguas.
—Oh-... —gime en voz baja, aunque está conteniendo una risita por la observación de Shizuo—. Joder, oh, nunca habrías, oh Dios, venido por tu cuenta —afirma, pero sus uñas se están clavando tan profundamente en la piel del cuello de Shizuo mientras él gira sus caderas un poco más vigorosamente, y joder, si no es la vista más pecaminosa que Shizuo haya visto nunca.
Shizuo se inclina un poco, capturando los labios de Izaya nuevamente mientras aprecia cada pequeño sonido y gimoteo en su garganta antes de que pueda salir al aire.
—Eso es —comienza a presionar besos ligeros sobre cualquier trozo piel que puede alcanzar, antes de comenzar a succionar algunas marcas más oscuras mientras se abre camino hacia la clavícula de Izaya—. Lo estás haciendo muy bien.
Envuelve sus brazos con fuerza alrededor de la cintura de Izaya, presionándolo tan cerca de él como le es posible para tener un mejor acceso a marcar la extensión de la piel que se extiende frente a él, gimiendo estímulos silenciosos mientras el pelinegro acelera un poco el ritmo, claramente esforzándose si su pecho moviéndose contra los labios de Shizuo lo puede decir.
—Te sientes tan bien a mi alrededor, bebé —agrega, pellizcando la piel, justo por encima de uno de los pezones de Izaya—. Mejor de lo que jamás hubiera imaginado.
—¡Shizuo! —comienza, sus dedos ahora se deslizan hacia las hebras blanqueadas donde tira y obliga a Shizuo a mirarlo a los ojos—. Oh Dios, voy a...
—Te gusta cuando te hablo, ¿eh? ¿Cuándo te digo lo perfecto que eres? —Shizuo sonríe, aunque se disipa rápidamente al sentir la forma en la que Izaya se está apretando a su alrededor, y sabe que no va a durar mucho más. Está haciendo todo lo posible para alejar su propio orgasmo, pero es tan difícil con la encarnación humana de la perfección rodando sus caderas encima de él y cantando la más bella de las malditas canciones.
Izaya lo mira haciendo una pregunta silenciosa mientras sus muslos tiemblan un poco más, apretándose contra los costados de Shizuo antes de que sus labios se separen, y nada más que una cadena de algo similar al nombre de Shizuo mezclado con la más sucia de las maldiciones comienza a caer de sus labios.
—Eso es bebe. ¿Vas a venir sin que incluso te toque? —Shizuo pregunta en un susurro, reprimiendo otro gemido que se abre camino directamente desde sus entrañas—. Puedes venir. Has sido tan bueno para mí.
Con sus palabras, las manos de Shizuo llegan a agarrar sus caderas, ayudándolo a moverse mientras su cuerpo se llena de escalofríos bajo su toque. Sus cejas se juntan como una plétora de poco silencio, un gracias y todo lo relacionado con la gratitud se derrama de los labios de Izaya cuando finalmente estalla entre sus cuerpos, pintando su propio estómago en blanco antes de que su frente se recargue contra el hombro de Shizuo mientras se relaja en su orgasmo.
Izaya todavía está tratando de estabilizar su respiración, y los labios de Shizuo encuentran toda la piel que sus labios pueden alcanzar antes de que el chico de cabello negro se siente rápidamente y se levante de la polla de Shizuo, ganando un fuerte gemido por debajo de él. Shizuo ni siquiera tiene tiempo para procesar lo que está sucediendo, solo ve que Izaya se pone de rodillas, su rostro todavía brillante por su reciente orgasmo. Los labios de Shizuo se abren antes de que Izaya saque el condón de su pene y lo arroje a través de la cocina, perdiéndose en la basura por unos pocos metros.
—Quiero que vengas a mi cara —afirma mientras sus labios se estiran en una sonrisa maliciosa, esa misma puta sonrisa que persiguió a Shizuo la noche anterior, y antes de que pueda siquiera comentar o aceptar, a pesar de que realmente quiere, Izaya ya se está hundiendo en serio, tomándolo tan profundamente como puede en su boca sin ahogarse.
—¡Joder! —gruñe Shizuo, sus propias cejas se juntan cuando sus dedos se enroscan instantáneamente en los mechones oscuros de Izaya, queriendo sentir la parte posterior de su garganta al menos una vez más porque sabe que no durará mucho.
Las manos de Izaya son rápidas para agarrar la base, deslizándose a lo largo de sus lujosos labios hasta llegar a la punta antes de que sus ojos parpadeen hacia Shizuo, su mirada casi suplicante mientras toma eso como su señal para empujar la punta de su pene y sentirse alcanzar a la parte posterior de la garganta de Izaya. Lo siente tragar a su alrededor, casi se pierde en la sensación tensa de su garganta cuando se contrae alrededor de su erección antes de que se levante de nuevo y chupe con fuerza contra la punta.
En el momento en que Shizuo se hunde de nuevo en sus labios, alcanza su garganta y al final se atraganta un poco mientras presiona un poco más profundo que antes, no puede manejar ni un segundo más antes de que Izaya se entere de su dilema, finalmente deslizando su polla fuera de su boca con un pop húmedo antes de que empiece a acariciar el pene de Shizuo en un ritmo constante.
Mantiene sus labios separados, su lengua afuera mientras solo levanta la vista hacia Shizuo con algo tan jodidamente diabólico en sus ojos que lo hace ver estrellas antes de que no pueda contenerlo otro segundo más y sienta su clímax recorrer todo su cuerpo, Shizuo está tan feliz de estar sentado porque puede sentir cuán débiles se vuelven sus piernas con eso mientras pinta la cara de Izaya de blanco cuando el pelinegro comienza a lamer la punta, asegurándose de que haya atrapado todo lo que hay.
Shizuo se recuesta contra la silla, su pecho sube y baja con respiraciones ásperas cuando Izaya retira casualmente el semen de Shizuo alrededor de su boca, hasta que su cara está prácticamente limpia. Shizuo hace todo lo posible para realinear sus pensamientos, porque está bastante seguro de que nunca antes ha sido tan duro y tan rápido en su vida cuando solo observa a Izaya chuparse los dedos.
—Entonces —Shizuo resopla, sus mejillas arden un poco, pero su boca es incapaz de contener la sonrisa que amenaza con tirar de sus labios—. ¿Quieres café alguna vez?
La pregunta confunde a Izaya por un momento, claro, pero a Shizuo le resulta adorable cuando su fachada se rompe en otra melodiosa risa antes de levantarse y dirigirse hacia el mostrador para agarrar una servilleta para limpiar el semen en su propio estómago y luego sobre el resto de su rostro antes de arrojarla a la papelera. Levanta su camisa del suelo, tirándola por encima de su cabeza mientras agacha su mirada, con sus ojos fijos sobre Shizuo y la sonrisa más bonita aun apoderada de sus labios.
—¿Qué tal un helado?
La pregunta tiene a Shizuo riéndose a cambio mientras se levanta para tirar de sus bóxers, sin siquiera preocuparse por encontrar su propia ropa en el suelo cuando se acerca para presionar a Izaya contra el mostrador de la cocina.
Presiona un rápido beso contra su nariz antes de replicar.
—Cualquier cosa menos amaretto.